jueves, 15 de marzo de 2012

119 UMPA.


"¿Existe eso del 'amor desinteresado'?",
le preguntaron al Maestro.
Y éste, en respuesta, narró la siguiente historia:

Cuando murió, el señor Buenazo
tuvo que aguardar a la puerta del cielo
mientras los ángeles examinaban
los archivos referidos a él.
Finalmente, el ángel encargado del registro
le miró y exclamó:
"¡Esto es fabuloso! ¡Es realmente inaudito!
¡En toda tu vida no has cometido ni un solo pecado,
ni el más pequeño...!
¡No has hecho más que actos de caridad!
¿En qué categoría vamos a incluirte en el cielo?
Por supuesto que no en la categoría de ángel,
porque no lo eres...
Tampoco podemos considerarte un ser humano,
porque no has tenido ni una sola debilidad...
No hay más remedio que enviarte de nuevo a la tierra
durante un día,
para que al menos puedas cometer un pecado...
y regresar aquí como un ser humano".

Así fue como el señor Buenazo,
disgustado y totalmente perplejo, 
se encontró de nuevo 
en una esquina de su ciudad,
decidido a alejarse al menos un paso
del sendero recto y estrecho.

Pasó una hora..., dos..., tres..,
y allí seguía el señor Buenazo,
preguntándose qué demonios tendría que hacer.
Por eso, cuando una mujer pasó por allí
y le hizo un guiño,
él reaccionó con inusitada rapidez.
La mujer no era precisamente un dechado de juventud
ni de belleza,
pero significaba para él 
su pasaporte al cielo;
de modo que se fue a pasar la noche con ella.

Cuando amaneció,
el señor Buenazo miró su reloj:
debía darse prisa,
pues no le quedaba más que media hora.
Estaba vistiéndose a todo correr cuando,
de pronto, se le heló la sangre al escuchar
cómo la buena señora le gritaba desde la cama:
"¡Oh, mi querido señor Buenazo,
qué inmensa obra de caridad ha hecho usted conmigo
esta noche!"

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