viernes, 2 de marzo de 2012

63 UMPA.


El predicador gozaba de unánime reconocimiento
por su elocuencia,
pero él confesaba a sus amigos que
su elocuente discurso no producía, ni de lejos,
el efecto que producían las sencillas sentencias del Maestro.

Y, después de convivir durante una semana con el Maestro,
pudo saber exactamente la razón de ello.

"Cuando él habla", dijo el predicador,
"sus palabras expresan el silencio.
Las mías, en cambio,
tan sólo expresan el pensamiento".

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