Un discípulo que solía padecer
prolongados períodos de depresión
le dijo al Maestro:
"El médico no deja de insistir
en que tome las medicinas que me ha recetado
para mantener a raya la depresión".
"¿Y por qué no lo haces?",
le dijo el Maestro.
"Porque pueden dañarme el hígado y acortar mi vida".
"¿Y prefieres tener un hígado sano
antes que vivir tranquilo y dichoso?
Un año de vida vale mucho más
que veinte años de hibernación".
Más tarde diría a sus discípulos:
"Con la vida ocurre lo que con los chistes:
lo importante no es lo que duren,
sino lo que hagan reír".
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