jueves, 8 de marzo de 2012

92 UMPA.


En sus años jóvenes, 
el Maestro había viajado por todo el mundo.
Hallándose una vez en el puerto de Shanghai,
oyó un griterío cerca de su barco.
Al mirar hacia allá, vio cómo un hombre,
inclinado sobre la borda de un junco cercano,
sujetaba por la coleta a otro hombre
que se debatía frenéticamente en el agua.

El del junco sumergía al otro 
de vez en cuando en el agua y lo volvía a sacar.
Luego discutían ambos durante un minuto,
o algo así, hasta la siguiente zambullida.

El Maestro llamó entonces al grumete 
y le preguntó de qué discutían.
El muchacho sonrió y dijo:
"No discuten, señor. El del junco
le pide al otro sesenta yuans por no ahogarle,
y éste sólo ofrece cuarenta".


Tras las lógicas risas de los discípulos,
el Maestro dijo:
"¿Hay uno solo de vosotros

que no ande regateando con la única Vida que hay?"


Y todos guardaron silencio.

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