viernes, 6 de abril de 2012

203 UMPA.

 
Para ilustrar el hecho de que no hay símbolos
realmente apropiados para referirse a Dios,
el Maestro refirió lo que le había ocurrido a su mujer mientras conducía su automóvil por una calle de la ciudad atestada de tráfico.

Cuando tuvo la desgracia de chocar con otro automóvil que venía en dirección opuesta,
el conductor de éste bajó el cristal de su ventanilla y le gritó a la mujer: "¡Señora!,
¿por qué no ha señalado usted lo que quería hacer?"

"Porque no hay señal para indicar lo que yo quería hacer", respondió ella en tono desafiante.

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